La Fundación SGAE organiza un ciclo de coloquios para conocer el alcance de la crisis del coronavirus entre los creadores
Los dramaturgos Alberto Conejero y Carmen Losa –protagonistas del primer encuentro-, moderados por Yolanda García Serrano
¿Cómo ha cambiado el coronavirus la experiencia creadora? ¿Cómo será la profesión de autor, a partir de ahora? ¿Cómo afectará el distanciamiento social a la audiencia? En definitiva: ¿Hay un antes y un después para la cultura tras del confinamiento? Es sabido que las crisis ayudan a reinventarse pero ¿cómo lo hará un sector endémicamente débil y en el que el eslabón más frágil es el autor? ¿Cuál será la nueva realidad de un colectivo en el que el porcentaje de trabajadores por cuenta propia, autónomos y microempresas está muy por encima de la media?
Para responder éstas y otras cuestiones, la Fundación SGAE ha organizado un ciclo de debates digitales bajo el epígrafe «Creando en tiempos de la COVID-19»; donde autores de distintas disciplinas conversarán sobre su experiencia creadora en tiempos de pandemia. El primero de los coloquios ha reunido hoy a los dramaturgos Alberto Conejero, Carmen Losa y Yolanda García Serrano, en calidad de moderadora. Durante el encuentro virtual, han puesto en común su visión sobre el presente y el futuro de la profesión, en general; y de la dramaturgia, en particular. El objetivo es compartir sus reflexiones de cara al futuro.
La situación provocada por la COVID-19 es insólita. Ni en los mejores relatos de ficción alguien hubiera imaginado que algo así llegase a suceder. ¿Saldrán más textos teatrales tras la experiencia? ¿Será la pandemia un semillero de creación de obras o, por el contrario, la tragedia colectiva vivida sumirá a los autores en una sequía temporal? Sin duda, el dolor es un motor; una motivación para la creación, y la escritura, una herramienta para curar el duelo.
Alberto Conejero (Jaén, 1978)
Dramaturgo y poeta
Premio Nacional de Literatura Dramática 2019
“Necesitamos el teatro para que haya una epifanía. Necesitamos una reflexión teatral; necesitamos autoanálisis”, señala el dramaturgo andaluz Alberto Conejero (Jaén, 1978). “El teatro no tiene las obligaciones de la educación o de la política. El teatro no es una escuela de ejemplaridad ciudadana. Yo no pretendo educar con mi teatro. Yo no tengo un fin educativo cuando escribo teatro. Yo no estoy en disposición de dar lecciones sino de recibirlas”, matiza el jienense.
“A mí, el teatro me ha salvado la vida; me ha dado mi lugar en el mundo”, explica Conejero; quien confiesa que fue un niño disléxico que acabó reconciliándose con las palabras haciéndose dramaturgo.
Sobre el futuro inmediato de la profesión, reconoce que la situación es delicada: “Este parón de tres meses ha hecho mucho daño en el sector. Como dramaturgos, hemos podido seguir escribiendo en nuestras casas pero hay muchos compañeros que están en peligro porque no tienen ingresos; tampoco los de los derechos de autor que llegan mensualmente”, explica este socio de la SGAE. “¿Si puedo coger un avión lleno al 100%, por qué no puedo hacer lo mismo y tener un teatro lleno?”, reflexiona como crítica a las limitaciones de aforo a las que van a estar sometidos los recintos escénicos en la denominada “nueva normalidad”.
Sus planes más inmediatos pasan por seguir impartiendo cursos en modalidad online y retomar los cursos presenciales en las aulas: “Algo que me hace mucha ilusión”. A medio plazo, trabaja con ahínco en la celebración del Festival de Otoño en noviembre de 2020, en calidad de director artístico.
Carmen Losa (Sevilla, 1959)
Actriz, dramaturga y directora de teatro
“Ojalá no olvidemos las lecciones de vida aprendidas en este confinamiento”, señala Carmen Losa, quien confiesa que “necesito hacer teatro, escribir teatro, interpretar teatro. Necesito el teatro en vena”. En opinión de esta autora, licenciada en Filología Inglesa en la Universidad de Sevilla, las conclusiones de cómo afectará la experiencia tan extraña vivida por el coronavirus a la dramaturgia “se verá con la perspectiva del paso del tiempo”.
El futuro inmediato de los dramaturgos pasa por cambiar la enseñanza a la modalidad virtual porque tecnológicamente es posible. “Aunque no tengamos mucho dinero para vivir, todos tenemos acceso a internet”, explica la artífice de Teatro de Badul. “Todos los que nos dedicamos a la enseñanza, tenemos que seguir en la modalidad online por la seguridad de todos. El tiempo no se detiene; te detienes tú”, sentencia ante la incertidumbre de lo que viene.
La autora sevillana está convencida de que “no vamos a querer volver a oír del coronavirus” y, por eso, “vamos a borrar esta experiencia de nuestras vidas”. En su opinión, no va a haber una eclosión de textos teatrales futuros sobre la pandemia. Sólo el paso del tiempo nos permitirá saber si tiene o no razón.