La orfandad de referentes y la inevitable necesidad de la música en directo, que afirman “no morirá nunca”, ha protagonizado la tercera sesión del ciclo de encuentros digitales ‘Creando en tiempos del Covid’ de la Fundación SGAE
En esta cita han participado Carles Benavent y Javier Colina, con José Miguel Carmona como moderador
La experiencia de los autores, compositores, cineastas y dramaturgos en estos meses invadidos por virus y la consabida pandemia han cambiado, sin duda, la manera de enfrentarse al momento creativo. Dentro del ciclo de coloquios ‘Creando en tiempos de la COVID-19’, hoy han conversado dos grandes maestros del Flamenco-Jazz, Carles Benavent y Javier Colina. Moderados por el compositor y guitarrista flamenco José Miguel Carmona, han dado sus principales impresiones de cómo se desenvuelven en esta impuesta nueva realidad y cómo viven y trabajan su arte.
La vuelta tras el confinamiento
Ni Carles Benavent (Barcelona, 1954), ni Javier Colina (Pamplona, 1960), han vivido grandes avances pero tampoco mermas creativas durante estos tres meses de confinamiento en época Covid. Aparte de cocinar, "la gran manera de desconectar y desenchufar cuando no te llegan las ideas", coinciden en haber vivido muy duramente las noticias pero en haber tirado de la música como principal antídoto para combatir este tiempo "roto". Tras la consideración de Josemi Carmona (Madrid, 1971) de que "España debe recuperar la cultura como su bandera y demostrar que es importante que los creadores estemos ahí", Benavent señala como una de las cosas que más llama su atención estas semanas "el ansia por recuperar las grandes citas y los festivales cancelados o atrasados", como el caso del Festival de Jazz de San Sebastián, "donde ante la falta de artistas americanos, algunos vamos a tocar por partida doble", anota ilusionado.
El flamenco en sus vidas
Además de ser grandes figuras del flamenco fusión, Benavent al bajo, Colina como contrabajista y Carmona a la guitarra, sus inicios siempre derivaron en el interés e inquietud crecientes por grandes genios de la música que les rodeaban. En el caso de Colina, era amante del jazz pero una vez en Madrid, su barrio hacía que se encontrara casi a diario a personajes flamencos que le dejaban boquiabierto y de los que fue impregnándose poco a poco.
Benavent, en su caso, señala sus inicios en un grupo que había montado Joan Albert Amargós, donde tocaba el bajo con púa y muy aguitarrado, copiando siempre a los guitarristas en lugar de a los bajistas. "Es ahí donde vi la luz y un camino a seguir durante años: haber trabajado con genios tan grandes como el maestro Paco de Lucía, sentado a su lado, es de las cosas más grandes que podía haberme pasado con tan solo 21 años". "Era muy joven, atrevido, y tenía la seguridad que me transmitía estar al lado de Paco", señala.
El músico catalán deja clara, asimismo, su admiración sin paliativos por Javier Colina, del que lo que más le atrajo al conocerle fue el gran sentido del humor que tiene tocando. "Usa el flamenco como arte, pero también con mucha gracia, con talento para hacerte reír. Tiene buen gusto, buenas maneras, cómo coge el bajo, cómo lo pulsa…", destaca sobre el modo de enfrentarse al instrumento de su compañero de coloquio.
Jóvenes promesas en la música actual
Tras la desaparición de dos de las mayores figuras del mundo del flamenco como han sido Paco de Lucía y Camarón de la Isla, Josemi Carmona considera que es inevitable que llegue un "un vacío tremendo, y todos los que vienen después viven una especie de duelo musical", algo parecido a la "orfandad", apostilla Colina, mientras Benavent deja claro que eran los "auténticos timoneles del barco". De todos modos, tanto Colina como Benavent hablan de la abundancia de buenos músicos, cantaores y guitarristas, pero echan en falta mayor desarrollo, herramientas para la expansión y una mayor visión del negocio. "Eso sí, las escuelas ahora ofrecen una formación abierta al jazz y al flamenco, se hacen combos, y el resultado es una gente preparadísima con un potencial enorme".
Colina tiene claro el consejo que daría a esa nueva savia, sobrada de preparación, que "cojan entre seis y diez discos del flamenco fundamentales, que se concentren en ellos (los de Lucía, Camarón…) y que los escuchen sin parar, vuelta y vuelta”. Benavent, en cambio, a esto sumaría que han de hacer todo lo posible por tocar junto a gente a la que admiren: "deben ser siempre los más malos del grupo para que tiren de ellos y no pierdan momento de tocar con los mejores, de aprender: que olviden la pereza y machaquen durante cuatro o cinco horas el instrumento, eso no debe suponerles ningún sacrificio".
Cómo trabajan y componen, sus colaboraciones musicales
"Para mí componer estando de gira, en un autocar, contagiándote de los que tienes al lado es fundamental. Tienes algo en el cuerpo que no lo tienes en casa, es diferente. Ahora se compone más en el estudio, con el programa de edición de sonido delante, se miran las cosas con lupa, pero antes esos ratos de autocar te impregnabas y, aunque soy catalán, volvía ya pensando en andaluz” (por la admiración a de Lucía en las grandes giras de varios meses por Europa o Latinoamérica).
Junto a Carmona, defienden los procesos de composición "cantando las melodías, es más auténtico". Y recuerda el cofundador de Ketama uno de los discos más sorprendentes de Colina, la colaboración con Silvia Pérez Cruz: "A mí lo que más me gusta de lo que hago son las canciones, que son la auténtica memoria de los pueblos, y es un gusto particular que me ayuda mucho en las improvisaciones", asegura Colina. "Con Silvia hemos tocado letras muy jugosas, a dúo, sin piano, de un disco que se creó en una sola jornada”. "Seguro que a eso ayudó mucho que seáis unos artistas supersensibles cada uno en lo vuestro, de ahí tan buena combinación", comenta Benavent.
Emociones que acercan al público
Para Colina hay un problema para las empresas musicales y es que los productos que no son de grandes ventas no tienen mucho recorrido en sus campañas publicitarias, porque venden menos, "pero debería ser justo al revés, recibir más apoyos". Benavent, que tiene claro que la profesión de músico es un oficio, cuenta que eso hace que se conecte con el público pues se trata de "transmitir emociones, especialmente en directo: se trata de la magia de que el público absorbe lo que le das, una emoción necesaria de la que todos salimos llenos de los conciertos". Coinciden, por ello, en que "la música en directo nunca entrará en crisis, no morirá nunca, porque siempre la necesitamos".
Distinguen, eso sí, el modo de sentir la música como instrumentista, ejecutando la mejor técnica, y el modo de buscar la emoción: "para algunos el instrumento es el fin, y para otros (en los que se incluyen ellos), el instrumento está al servicio de la emoción". "Y eso sí, se consigue siempre mayor emoción tocando con tus compañeros, ahí se multiplica lo emocional inmensamente", destaca el músico catalán, a la par que Carmona apunta que hay que saber tocar pero también escuchar, pues "escuchando al que tienes al lado, interactuando, es como afloran todas esas emociones".
También comparten las bondades de tocar tanto en estudio, como en salas pequeñas o en grandes espacios, "son complementarias" y "cuando estás en una gira sientes el deseo enorme de encerrarte y componer, y viceversa".
Los principales referentes en flamenco y en jazz
Pues aunque en el jazz su respuesta podría ser algo más amplia, en el panorama flamenco todos lo tuvieron muy claro: Paco de Lucía y Camarón. Pero bajando de esos que han sido y son "punta de lanza", Benavent habla de otros nombres de la música que le han fascinado como el pianista Bill Evans, o el trompetista Chet Baker. Asímismo Miles Davis se figura como uno de los mayores genios del mundo del jazz, con el que han llegado a tocar (caso de Carles) y la sala completa con más de doscientos músicos enmudecía cuando entraba para los ensayos. Colina considera a Miles Davis de los más importantes, pero sin duda también hay que considerar la mestría de Evans, o como apuntó Benavent, Charlie Parker, John Coltrane…
Ideas, sensaciones y nuevos proyectos
"Matemáticamente está comprobado ya que hoy es imposible hacer algo inédito, tenemos en mente todas las melodías clásicas, que se quedan en el subconsciente", señala Carles, a la par que Colina apunta que es casi imposible usar ya temas que estan en el ideario común a la hora de crear. En lo referente a los procesos de creación, igualmente confiesa que cuando te rodeas bien y tocas con gente con mayor experiencia y conocimientos, se trata no de pararte a pensar sino a imitarlo todo, a tocar como ellos, a repetir muchas veces. Carmona comenta que cuando alguien entra en ese mundo de trance creativo, dejas de analizar, empiezas a tocar sin razonar, más con el corazón que con el cerebro. Aprovecha Benavent para indicar que siempre es bueno "tocar de memoria, con todo sabido, así aprovechas más la interacción con los músicos que tienes al lado, aprovechado la inmediatez del momento y con quienes estás tocando".
Los participantes en el prolífico coloquio no pasaron tampoco por alto el tema de las compensaciones económicas que se obtienen de las nuevas plataformas en las que se comercializa hoy la música, para lo que creen debería haber un mayor control, mejor legislación y respeto hacia el trabajo de los autores, pues "son insuficientes". "A veces se da la música por gratis pero son muchas las horas que hay detrás, por lo que debería haber alguna manera de que esas compensaciones lleguen al autor y al compositor", compartieron. Les preocupa, también, la situación creada en torno a la gestión de los derechos de autor, y piensan que en este momento tan convulso, "los músicos tienen que ponerse de acuerdo, unirse para luchar por sus derechos, se echa mucho en falta llegar a acuerdos", destacando el exceso de radicalidad que se vive, al igual que ocurre en el panorama político español.