El humor en tiempos de pandemia

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El humor en tiempos de pandemia

22 de junio de 2020

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El guion de comedia ha protagonizado la segunda sesión del ciclo de encuentros digitales ‘Creando en tiempos del covid’ de la Fundación SGAE

Han participado los guionistas Adolfo Valor y Marta González de Vega, moderados por Silvia Pérez de Pablos

A la guionista Marta González de Vega (Santa Cruz de Tenerife, 1974) le ha dado tiempo a escribir una película durante estos meses de confinamiento. Una comedia, por supuesto. Ya que si alguna conclusión hemos sacado de este drama provocado por el covid-19 es que la gente lo que más ha precisado (y sigue haciéndolo) es reír. “Comedia en vena. Eso es lo que, tras los tests serológicos, más necesitamos todos”, en palabras del también guionista Adolfo Valor (Benidorm, 1980). Moderados por la guionista, analista y profesora, además de miembro de la Junta Directiva de la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE) y directora Institucional de Audiovisual de la Fundación SGAE, Silvia Pérez de Pablos (Madrid, 1967), ambos han participado hoy lunes, día 22 de junio, en la segunda sesión del ciclo de encuentros digitales Creando en tiempos del covid-19. Una charla, organizada por la Fundación SGAE y dirigida a que profesionales de diferentes disciplinas de la creación cultural conversen sobre su experiencia en estos tiempos de pandemia, que esta vez ha girado en torno a la escritura de comedia.

“Los cómicos se han volcado en alegrar el confinamiento a la gente. Estamos ávidos de humor, de volver a las salas de cine…”, comentó González de Vega (actriz y guionista de cine y televisión, con películas como Sin rodeos y Padre no hay más que uno, esta última, la más taquillera en nuestro país en 2019). Por su parte, Silvia Pérez de Pablos reconocía que su dieta audiovisual durante el confinamiento había consistido única y exclusivamente en comedias, porque “ya había bastante drama en nuestras vidas diarias”.

Un género de éxito

Lo que ninguno ha sabido responder es a qué obedece que una comedia tenga o no éxito, y, más aún, el motivo por el que el prestigio de la comedia siempre anda unos pasos por debajo del drama o el suspense, a modo de Cenicienta del audiovisual. Y eso, en un país en el que la serie de televisión más vista y con mayor número de reposiciones es una comedia, La que se avecina, y en el que de las 50 películas más taquilleras de su historia, casi 30 son comedias. “El menosprecio de la comedia es absurdo. Entre otras cosas porque todo el mundo es consciente de que hacer reír es más difícil que hacer llorar”, según Marta González de la Vega, quien, sin embargo, reconoce que, como espectadora, durante mucho tiempo “no veía casi comedias, porque era como estar trabajando. Por eso, prefería el drama. Además, cuando escribo procuro no inspirarme en nada que haya visto antes, que eso no interfiera en mi trabajo”.

También el prestigio de un género u otro se traduce en una mayor o menor presupuesto. Una clara injusticia que, según Adolfo Valor, implica “tener que hacer un montón de sacrificios; por ejemplo, técnicos: ¿Por qué una comedia ha de estar peor iluminada que un drama, o tener peor arte?”. Y, en similar línea, abunda: “Si ya cuesta vender el guion de una película o serie a una productora, si es comedia todavía más. Y no lo entiendo, porque las comedias en las salas y en las televisiones funcionan. Así pues, cuando me piden algún consejo como guionista, siempre digo que hay que escribir lo que a uno le apetezca, lo que a uno mismo le gustaría ver en la pantalla. Lo demás, ya vendrá. A mí, al menos, esto me ha funcionado”. Y lo dice alguien que afirma haber llegado al género como fan, como un auténtico “empollón de comedias. Lo veo y estudio todo: libros, películas, podcasts… Me gusta rodearme de cómicos y, encima, estoy fascinado con la posibilidad de desentrañar el mecanismo de la risa”. Una investigación que, sin duda, ha trasladado con éxito a muchos de los trabajos que ha firmado para cine y televisión; entre ellos, el guion de la película Lo dejo cuando quiera, de Carlos Therón, programas de larga trayectoria como El intermedio o las series Tú antes molabas o Cuerpo de élite.

También González de Vega asegura desconocer los ingredientes necesarios para obtener un taquillazo, aunque, eso sí, reconoce, “se escribe con la intención de lograrlo. Yo escribo sin concesiones, pero con el deseo de conectar con el público, de hacerle feliz durante un rato. Y, al final, creo, si el guion es bueno, conectas con la gente”.

El humor es algo sagrado

Durante el coloquio digital organizado por la Fundación SGAE se han abordado, además, numerosas cuestiones profesionales, a sugerencia de los propios espectadores. Cuestiones relativas a la creación de tramas y personajes, el trabajo con los actores y actrices, o la construcción de gags.

Unas pinceladas: “Yo suelo partir siempre de la trama, de lo que quiero contar, y después paso a la creación de los personajes. Para ello, recomiendo observar mucho, saber ver a tu alrededor (…) El gag debe estar siempre al servicio de la trama (…) Es muy importante que el actor tenga sentido de la comedia. La comedia es música y, por lo tanto, el actor debe procurar no desafinar, dar la nota que le pide el guionista, porque los guionistas ya le hemos dado muchas vueltas a un chiste o a una situación para que resulte graciosa y funcione”, explica Marta González de Vega.

Adolfo Valor, por su parte, dice: “Lo más difícil de todo no es encontrar un buen gag. Escribir un gag es importante, pero más todavía es que encaje bien en la estructura dramática de la película, porque, al final, lo que estás contando es una historia y ésta no puede dejar de avanzar. La historia es la que manda y no hay que forzar nada”. 

El amor y los límites del humor

Los límites del humor, un tema siempre controvertido y de actualidad, pero que en los últimos tiempos ha adquirido aún mayor relevancia, ha centrado los últimos minutos de este encuentro digital. “Los límites del humor son los límites del amor. Suena cursi, pero, para mí, es así”, ha afirmado González de Vega. Y ha añadido: “Al escribir, la empatía con el espectador es fundamental. Intento ser siempre comprensiva con las distintas sensibilidades, pero hay que tener en cuenta que no siempre es posible”, se lamenta.

En similares términos se ha expresado también, a modo de conclusión, Adolfo Valor: “Hay gente ahora que se ampara en las nuevas formas de hacer humor para epatar o escandalizar. A mí, eso no me interesa. Lo que yo quiero es hacer reír y no epatar por epatar. A partir de ahí, si algo molesta tienes que apechugar con ello. Es el riesgo que al escribir siempre has de correr”.

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