La dramaturgia y el trabajo teatral en el extranjero: experiencias de multiculturalidad para afrontar el nuevo escenario

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La dramaturgia y el trabajo teatral en el extranjero: experiencias de multiculturalidad para afrontar el nuevo escenario

7 de julio de 2020

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La expansión de la capacidad creativa y las posibilidades de reinventarse y reivindicarse como autores y profesionales, con independencia de la identidad cultural, han sido ideas recurrentes en esta jornada de encuentros digitales ‘Creando en tiempos del Covid’ de la Fundación SGAE

Intervinieron en esta quinta sesión los autores Blanca Doménech, Jorge de Juan y Juan Luis Mira como moderador

El modo en que los autores y creadores del ámbito dramatúrgico se han enfrentado a la creación o el desarrollo de su trabajo en el extranjero, ha protagonizado este lunes el ciclo de coloquios ‘Creando en tiempos de la COVID-19’, en cuya jornada intervinieron Blanca Doménech, Jorge de Juan y Juan Luis Mira, que ha participado como moderador. Por resumir en varios puntos claves, han señalado la multiculturalidad como algo positivo para la creación, saben ver la parte positiva del trabajo autoral en época de pandemia, “que te hace parar y enfrentarte a nuevas situaciones”, y reivindican la consideración de profesionales y creadores para cualquier artista, independientemente de su identidad cultural, raza o nacionalidad.

Blanca Doménech (Madrid, 1976) descubrió que su capacidad de trabajo crecía y se hacía más fuerte enfrentándose con nuevas experiencias fuera. Inició su andadura en EEUU gracias a una beca que le permitió indagar en los aspectos culturales de la neurociencia, la plasticidad cerebral, “pues el cerebro se expande ante situaciones adversas y, como artista y creadora, eso significa no dejar de crecer”. Está claro que los viajes han sido clave para el desarrollo de su escritura, y ella destaca, sobre todo, una “loca” escapada de unos meses a Londres y, su más reciente estancia en Nueva York: “viajar es salir de tu zona de confort, ponerte en otros puntos de vista, lo que hace que todo vaya a ritmo más lento, pero es ahí donde tu cerebro trabaja más” para salir adelante. “Confío en que a veces es necesario retroceder para poder seguir avanzando”, apunta la dramaturga.

Acerca de la crisis económica provocada por el coronavirus en Estados Unidos, opina que se ha unido a un tema “oculto” en los últimos años: una situación política “conflictiva, que estaba dormida” ha despertado ahora, sobre todo, por las injusticias que han surgido en torno a la multiculturalidad, “positiva para el teatro y las artes en general”: “en mi estancia en Nueva York, donde  he llegado a sentirme en algunos momentos muy marginada, se vive una especie de acoso a lo diferente, pues para la mayoría esto provoca una sensación de vulnerabilidad”. Más en concreto, en cuanto al teatro refiere que, como en todo el mundo, está muy afectado, pero “aquí las ayudas de las administraciones son muy escasas, ya que se trata de un teatro mucho más comercial, del sector privado, y las pérdidas económicas pueden ser brutales, sobre todo en Nueva York, donde están paralizados todos los festivales de verano. El coronavirus ha dado un golpe durísimo en esta ciudad superpoblada”.

La producción escénica en Inglaterra

Como director del Cervantes Theatre de Londres, el director, actor y productor teatral Jorge de Juan (Cartagena, Murcia, 1961), tiene claro el apoyo logístico estatal por parte del programa Acción Cultural Española (AC/E), del Instituto Cervantes y de la Embajada de España en Londres, pero ha dejado claro el respaldo británico desde la administración local a un “teatro que vive una situación crítica importante en un país donde las artes escénicas son salud”. “Ante esta situación, en Inglaterra se convocaron unas ayudas de emergencia pues las artes aquí están muy cuidadas: el gobierno ha ofrecido más de 1.600 millones de libras en ayudas, pues se temía perder alrededor de 400.000 empleos en el sector, y esperamos que eso algo ayude a subsanar la crisis”, ha destacado. Sin duda, como comenta de Juan, eso “podrá ayudar a que continúe nuestro objetivo de internacionalización, traer autores españoles a Inglaterra, facilitando así esta ventana para que la creación española sea conocida en el mundo anglosajón”.

Aunque el panorama escénico no sea nada prometedor, “todos los teatros siguen cerrados”, el creador de la Spanish Theatre Company cree en la recuperación y resurgimiento de la escena en Inglaterra: “habrá recuperación, esto no será igual, sino mejor. Las representaciones en vivo, que vienen desde los griegos, no van a morir”. Ha señalado, además, algunas nuevas propuestas en su colaboración con AC/E, como un programa de lecturas dramatizadas “que queremos sean muy especiales”, donde se trabajará con intérpretes británicos y españoles, de un modo mucho más creativo, no solo con actores leyendo, “esperando poder abrir al público entre septiembre y diciembre”. Para ello, continuarán con su labor de escenificar las obras en inglés y en su lengua original, en español: “hay gente que viene a ver la obra en su idioma y luego en español; y, considerando que nuestro público es británico en un 60%, es un dato considerable”.

Preguntado por la gestión de su teatro en lo que queda de año, de Juan agradeció que se mantengan los apoyos pero “es una ventura quijotesca, como define la prensa de aquí, conseguir que este proyecto funcione”. “Vamos a ver el momento de nuestras cuentas de aquí a fin de año y a buscar todo tipo de usos a este espacio, que gestionamos solo dos personas y para el que queremos contar con una nueva incorporación”, explica. En seis años, el Teatro Cervantes de Londres ha congregado a más de 18.000 espectadores.

Nuevos proyectos e identidad cultural

“Tenía proyectos y muchas esperanzas puestas en Nueva York, pero prefiero no ahondar en eso ahora”, ha sido la frase de arranque de Doménech a tenor de este tema. Blanca se adentra, eso sí, en la idea de que por más dificultades que se encuentren, “irse fuera siempre es vivir un crecimiento: se aprende de otras formas de hacer teatro pero también de uno mismo”. Analiza, sobre todo, el tema de la identidad cultural: “yo soy una trabajadora, una profesional de la escritura, y cuando una escribe teatro lo hace sin el sello de español”. Huye del sentido romántico de la concepción de artista y reivindica, por el contrario, que se les vea como creadores, como profesionales y trabajadores en su acepción más técnica, “hemos de vernos como autores de calidad, sin limitaciones”.

Por último, la escritora comenta que ciertas políticas de ayudas públicas también deberían destinarse a ayudar al público del sitio con el idioma materno del autor. “Las políticas han de ser más inclusivas, no sólo que nos consideren bichos raros que vienen a contar cosas raras, sino que también podemos escribir sobre el país en el que vivimos. Y hemos de ser nosotros, los propios autores, los que vayamos introduciendo esos cambios en la propia escritura”. Defiende, asimismo, la multiculturalidad y los equipos de trabajo multirraciales, lo que “da una visión de conjunto mucho más amplia, con personas de diferentes razas, disciplinas y de múltiples perspectivas”. “La multiculturalidad en proyectos comunes será un factor importante en las ciencias y en la cultura y aunque sea difícil de conseguir, no hay que dar pasos atrás en esto: siempre hay algo que nos une más allá de la diferencia”, afirma.

A esta idea se unió Jorge de Juan, quien “más allá de sentirse bicho raro” en Londres, destaca que las autoridades locales siempre vieron con buenos ojos el proyecto, apoyándolo y acercándose a esa otra manera de contar las cosas y que convive con ellos: “no sólo el Council, en nuestro caso, sino también el espectador británico ha querido escuchar otras voces distintas”, considera. Apostilla que el ser humano “nunca va a dejar de vivir de lo que los creadores les puedan transmitir e influir en sus almas”.

Guiados en la conversación por el fundador de la compañía Jácara, el autor y director teatral Juan Luis Mira (Orihuela, Alicante, 1955), los invitados concluyeron sus intervenciones defendiendo cierto positivismo de la creatividad y el apoyo del público al mundo de la cultura; y una evolución tras esta pausa de reflexión y enfrentar retos, donde el teatro sigue siendo “portador de la complejidad del ser humano”.

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