Socio compositor y letrista, registró más de 100 obras desde su adscripción a nuestra entidad en 1995
Más que músico, intérprete o compositor, Rafael Berrio (San Sebastián, 1964-2020) era un poeta. Nadie en Euskadi describió los callejones oscuros de la vida como él. El time line de la escena musical vasca se heló en la tarde de ayer cuando Joserra Senperena, productor de sus dos últimos discos, comunicaba su muerte en Twitter. El creador donostiarra fallecía en un insólito y gris martes de confinamiento a los 56 años, víctima de la grave enfermedad que padecía.
Estaba considerado uno de los músicos más prestigiosos de la escena underground estatal gracias a una obra iniciada en los años 80, con 104 composiciones y/o letras registradas en la SGAE, 9 discos – los 4 últimos en solitario desde 2005 – y entre estos probablemente el más completo y laureado de todos, Niño Futuro, publicado en 2019 (en la imagen).
Su primer disco vio la luz con el grupo UHF, en 1981. Con su segunda formación, Amor a traición, firmó otros dos discos en los 90, y dos más bajo el nombre de Deriva entre 2001 y 2005. Desde 2005 editó otros cuatro discos, ya en solitario y de la mano de su compañero, amigo y productor Joserra Senperena: 1971 y Diarios en 2010 y 2013, Paradojas en 2015 y el mencionado Niño Futuro del año pasado, todo un broche de oro para una carrera rica en resultados, sorpresas, alegrías, golpes y decepciones. La vida.
En Euskadi tuvimos la ocasión de disfrutar de su música y la de aquellos a quienes admiraba con sus versiones, en el ciclo musical IZAR & STAR en el que colabora nuestra entidad desde 2011. Berrio actuó en varias ocasiones, elevando la categoría de la reinterpretación a una escala cercana a la perfección.
En los últimos meses su estado de salud se había agravado, lo que le impidió ejercer su oficio con el rigor y la profesionalidad de la que siempre hizo gala.
La SGAE lamenta esta gran pérdida y expresa sus más sinceras condolencias a familiares y amigos.